jueves, 3 de enero de 2008

sobre Lolito

La primera vez no lo vi porque estaba muy oscuro en la sala, aunque alcancé a darle un beso. La segunda tenía él un vestido azul, no pude escuchar lo que decía pero me hizo gracia su torpeza. La tercera lo encontré por sorpresa en la habitación de al lado y al irme quise llevarlo conmigo. La cuarta le llevé galletas porque había enfermado. La quinta lo secuestré, fuimos a mi iglesia y le regalé una biblia. Un raro personaje que he querido desde muy temprano hasta muy tarde. Un viejo lunático que creció tan joven, como si empezara una segunda vida.
Su pie atado a un balcón me obliga a recordar que es tierno, pero antes del punto final vuelvo a olvidarlo.

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